La brisa anuncia en la costa Atlántica que ya llegó Diciembre y con esto sus fiestas, los pelaos ya salieron del colegio y el alboroto se siente en las calles, la primera fiesta decembrina el día de las velitas por lo tanto se escucha por las calles la gritería de los vendedores ambulates... "vela, vela, vela, vela, Oye el farol, el farol, el farol". Lógicamente uno adquiere esos hermosos Faroles y los respectivos paquetes de velas los cuales alumbrarán las calles para que por ahí pase la Virgen de la Concepción, "Eso era lo que me decía mi abuela (Q.E.P.D.), y mi mamá".
Siendo las cuatro de la tarde la pelaera sale con su pinta y algunos pesos que los papás les dan pa que se compren una que otra vaina, porque horas mas tardes los adultos se sientan en la terraza de sus casas para entablar conversasciones muy amenas que se acompañan con equipo de sonido a todo timbal una botella de Ron y unas frias; en las calles se escucha el sonido de la polvora y su olor inconfundible que recuerda las fiestas de pueblo, al llegar la madrugada "actividad que se hace a las siete de la noche en Bogotá y con zipote frio, no aguanta..." la romería en las calles se prepara para encender las velitas y acomodar los faroles, tarea que no es nada fácil ya que en esta época la brisa hace de las suyas.
Ya son cuatro años que no disfruto Diciembre en la Samaria, me lleno de nostalgia pero al mismo tiempo saco fuerzas de mi flacura para de esta forma sentir el aliento que por lo menos mis padres y hermanos están bien de salud y que cualquier día podré volver y pasar como antes aquellos Diciembres.
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